LA INFRAESTRUCTURA URBANA - UNA REINGENIERIA INTEGRAL



Desde que los humanos decidieron vivir aglomerados en ciudades, surgieron los problemas de desechos, anegamientos, transporte y asentamientos infrahumanos. Creo que ingeniaron las formas de solucionarlos según las posibilidades de sus administraciones, con el apoyo de los ciudadanos.  Ahora, como el ciudadano urbano se ha vuelto más individualista, se piensa que con el pago de una cuota el municipio debe facilitar todos los servicios acorde al gusto de cada uno. Las administraciones municipales también contactan a los ciudadanos solamente cuando llegan las elecciones, y dejan los servicios en manos de los tecnócratas quienes trabajan aislados, cada uno en su cubículo. 


Nuestras reflexiones sobre estos problemas urbanos, cada vez más graves, fueron inspiradas por la reciente reingeniería ‘militar’ de la administración del capital de Sri Lanka, Colombo. Como todas las ciudades luchan para mejorar estos servicios a los ciudadanos, queremos aportarles con sugerencias generales, con algunos ejemplos para solucionar problemas puntuales según las experiencias acumuladas en nuestro caminar por el mundo.

Todos estos problemas están vinculados entre sí y las soluciones también deben ser integrales, liderados con una visión política, amplia e inclusiva, incorporando a ellas  los ciudadanos, mediante sus dichos y hechos.

Recolección de desechos sólidos:
El municipio debe iniciar la reingeniería manteniendo limpia las calles de la ciudad, sin preocuparse del costo; es la mejor forma de educar a la gente. Cuando veo una esquina lleno de basura, yo mismo tengo que pelear duro conmigo para no tirar basura allí.

Una solución integral sobre los desechos se debe buscar educando a todos los actores involucrados: el vendedor, consumidor, casero y político.  Los vendedores ambulantes e informales generan grandes cantidades de basura con total impunidad, y la municipalidad debe ordenar esta actividad asignándoles espacios fijos y formales. Aunque esta tiene un alto costo político, cuando lo hace con buenas intenciones, la mayoría de ciudadanos respaldará la administración, cómo demostró la fracasada revocatoria electoral de la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, quien aún enfrenta duras batallas para limpiar sus mercados informales.

El precio actual de los bolsos y platos desechables no-reciclables no refleja el alto costo que pagamos la sociedad cuando estos se riegan por las calles, flotan sobre los ríos, vuelan en el aire y amontonan dentro de los rellenos.  









Colocando un impuesto muy alto, a sus fabricantes o importadores, se puede obligar a los vendedores usar alternativas más sanas.  Al mismo tiempo se deben subsidiar los materiales alternativos, por lo menos en el principio, para evitar protestas de los consumidores. Al final todos ganaríamos. 




En seguida, eduquemos a los vendedores, consumidores y caseros para separar la basura. En este proceso, yo enseñaría también sobre la importancia de abrir jardines/huertos urbanos y cómo preparar abono con los desechos orgánicos en espacios urbanos. Los municipios deben subsidiar las semillas y otros insumos para incentivar una cultura de jardines/ huertos caseros urbanos, en tierra o sobre techos. (Porque estos atrapan la escorrentía de los predios, reduciendo así enormemente el riesgo de inundaciones urbanas y el costo de tratamiento de aguas negras.) Paralelamente, mediante ordenanza municipal, se debe exigir a cada casa, apartamento, tienda y oficina, que limpie la porción de la vereda y la calle que le corresponde, por lo menos una vez al día. Esta le enseña al ciudadano apreciar el problema de basura en carne propia y no culpar solamente al municipio.

Si el municipio empleaba personal para limpiar las calles, ellos ahora pueden recoger diariamente los desechos clasificados en sus carretas para colocarlos en grandes contenedores, ubicados estratégicamente cada cuantas cuadras. (Si antes usaban esos monstruosos traga-combustibles para barrer las calles, ellos sí merecen el descanso eterno en el mismo relleno.)  Así, los carros recolectores de basura ya no recorrerán más calle por calle, bloqueando el tráfico y destruyendo el pavimento. También eliminaría el show diario del ‘correteo tras basurero’.


El municipio puede enviar los desechos reciclables, incluyendo los orgánicos, a las comunidades rurales periféricas, y organizar con ellos microempresas que le devuelvan para venta los reciclables inorgánicos ya separados y el compost. Si hemos reducido mucho la cantidad de basura con que lucraban la mafia carroñera, ¿por qué no les entregamos los politiqueros, que nadie queramos reciclar?

Ninguno desea tener un relleno sanitario ni en su patio trasero.  Sin embargo, todavía hay lugares ideales para depositar la basura: las grandes minas de material pétreo, abandonadas sin ninguna restauración vegetal, que se observan en la periferia de casi todas las ciudades.  Como sus pisos ya no tienen cobertura de suelo, colocando la basura allí, se puede captar fácilmente los lixiviados (agua que filtra dentro de la basura) antes de que esa ingrese a la tierra.  Al cerrar el relleno, estos sitios podemos convertirles en bellos parques públicos.

Reducir inundaciones urbanas
Una ciudad ubicada en un estuario de un río (por ejemplo, Colombo, New Orleans y Guayaquil) tiene dificultades a evacuar la escorrentía, si la lluvia coincide con la creciente del río o de la marea alta.  Sus almacenes naturales de la escorrentía –los humedales- ahora estarán bajo muchos metros de tierra.  Además, muchos puentes, alcantarillas o muros estrangulan los esteros, y la basura tapa justo esos cuellos de botella, causando anegamientos puntuales.  Los sedimentos, productos de erosión en las tierras altas, elevan el lecho del río, empeorando las inundaciones.

Una ciudad atravesada por riachuelos correntosos (Caracas, Rio de Janeiro y Quito) también sufre de inundación y erosión cuando ellos se desbordan. Aquí inciden fuertemente las obras que estrangulan los ríos y los flujos cargados de sedimentos, basura y palizadas.

Desde hace más de 2000 años, nuestros antepasados nos enseñaban cómo reducir tales inundaciones (http://kyapa59-sp.blogspot.com/p/practicas-ancestrales-de-crianza-de-agua.html). En zonas húmedas ellos vivían dispersos, porque así, la naturaleza ofrecía suficientes recursos para la supervivencia de cada familia. Aún en esos paisajes rurales, todos debían colaborar para reducir los riesgos y convivir con el exceso de agua. Sus estrategias eran sencillas: en zonas altas, dieron facilidades para que el suelo retenga la escorrentía, y así evitaban crecientes repentinas en los ríos; en zonas bajas, recibían las avenidas de los ríos con canales anchos, que desviaban esa agua a los humedales para bajar el nivel de inundación.

Una mayor retención de agua lluvia en el mismo sitio donde la cae, ayuda reducir la erosión del suelo y la velocidad de la escorrentía. Por ende, baja la deposición de sedimentos en el lecho del río y su nivel de creciente. El cambio climático actual está causando precipitaciones muy intensas (como llovió 400mm en 2 horas alrededor de Buenos Aires en abril de 2013.) Y la estrategia ancestral de atrapar la escorrentía en el suelo cobra enorme importancia en estas situaciones.

En Colombo, las cuencas altas del río Kelani y del lago Bolgoda son las áreas críticas para iniciar estos trabajos de frenar y atrapar en el suelo la escorrentía.  La ciudad de Guayaquil, que sufre de inundaciones anualmente, debe intervenir en las cabeceras del gran rio Guayas, por lo menos en sus afluentes más cercanas. Así, se puede evacuar la escorrentía sobrante de la ciudad al río, antes de que suba su nivel por la llegada de las aguas de la cabecera.

Las comunidades rurales en las cabeceras de los ríos colaborarán gustosamente con la reforestación y obras de control de escorrentía en predios individuales, porque ellos serán los primeros beneficiarios.  Construyendo pequeños reservorios en estas zonas aumentará la disponibilidad de agua de riego y de manantiales.  Mejorando así el suministro de agua para tierras agrícolas altas, se podrá canjear o comprar las tierras bajas que rinden más como humedales que zonas agrícolas o de viviendas.  Alrededor de una ciudad grande, el valor de las tierras anegadizas también se infla porque los especuladores las rellenan ilegalmente para revender.  Por ello, el municipio debe ayudar a los gobiernos rurales vecinos para implementar estrictamente las reglas contra rellenos ilegales.  Conectando todos estos humedales a los riachuelos mediante canales anchos, se puede almacenar allá un gran volumen de agua durante lluvias intensas, en vez de dejar crecer el río grande.  Este tipo de almacenamiento temporal también reduce la incidencia de marea alta en inundaciones urbanas.

Si usted evita el ingreso de basura y de aguas negras a un humedal, se multiplica su valor a la sociedad: además de absorber aguas de las crecientes, él ayuda a descontaminar aguas grises; facilita un hábitat saludable para los peces, pájaros y plantas; modera la temperatura ambiental; provee agua de riego en sequías; permite transportación acuática o navegación recreacional; y dispara el valor comercial de los terrenos alrededor.

La otra mitad del problema de inundación urbana podemos resolver permitiendo infiltración de agua lluvia en el suelo, aún dentro de la ciudad.  Además de los jardines y huertos urbanos, las superficies permeables como caminos, veredas o parqueaderos de grava, pueden almacenar grandes volúmenes de agua durante lluvias intensas.  Cuando esta agua filtra poco a poco hacia los drenes, el peligro de crecientes ya habría disminuido.




Esta infiltración reduce, además, el caudal pico de tratamiento del sistema de aguas servidas.  Por estos ahorros, se justifica una rebaja en el impuesto predial al propietario quien retiene más escorrentía dentro de su predio.  El mismo municipio debe convertir más superficies públicas impermeables, cuadra por cuadra, en áreas verdes para que absorban más agua.  Debemos incentivar a los que edifican nuevos bloques residenciales que implementen sistemas que recoge, descontamina y recicla las aguas grises, porque automáticamente crearán espacios para retener la escorrentía.









Diques y estaciones de bombeo - New Orleans
Después de todo este trabajo, aún habrá zonas residenciales que se anegan regularmente. La reubicación de residentes de estas áreas para convertirlas en humedales es rentable, si ordenamos bien futuras zonas residenciales.  Los tecnócratas comúnmente proponen rodear zonas bajas con diques, e instalar bombas para evacuar sus aguas, como en New Orleans-USA y en Babahoyo-Ecuador.  Ésta solución, muy costosa, también arma una bomba de tiempo para la misma zona ‘protegida’: en el caso de New Orleans, ésta se explotó con consecuencias desastrosas durante el huracán Katrina.  Estos diques evitan el flujo libre entre los bajos y el río, esencial para facilitar la migración de peces, transporte de nutrientes y prevenir la crianza de mosquitos; más bien convierten los humedales en un problema.

Con estaciones fijas de bombeo no se puede solucionar problemas de anegamientos ocasionales que se puedan ocurrir en cualquier parte. Es mejor mantener algunas bombas móviles en lugares estratégicos, en caso de ser necesario.




Descongestionar el tráfico:
Una solución integral a este problema crónico debe tomar en cuenta no solamente los pobres, también los ricos. Carro particular, bus, tren, peatón, ciclista: ninguno debe recibir prioridad sobre cualquier otro. La gente cambiará sus modos de transporte individual hacia los colectivos cuando hay alternativas baratas, convenientes y rápidas, pero no porque alguna ley le imponga.





Para comenzar, ¿por qué no creamos servicios de transporte público gratis en los sectores peor congestionados?  Sí, ¡viajar GRATIS! ¿Vio cómo eso le llamó la atención?  Así mismo, captará la atención de los dueños de los carros. ¿Quién quera estar quemando gasolina, quedar atascado entre humo y muchedumbre, pagar casi su sueldo por hora al parqueo o exponer su vehículo a los ladrones, cuando pueda moverse cómodamente y gratis?

El transporte será gratis pero solamente dentro de los 15 a 20 cuadras muy congestionadas en cada sector. Múltiples rutas cortas pueden proveer este servicio con buses pequeños y frecuentes, que reciba energía tal vez de baterías eléctricas (para maniobrar mejor y reducir emisiones de gases). Estos correrán entre pequeñas estaciones de transferencia ubicadas en el perímetro de la zona, de donde saldrán buses alimentadores que cobran pasaje. Este servicio de alimentadores operarán entre:
1. Estaciones de transferencia alrededor de otros sectores de ‘viajar gratis’;
2. Terminales ubicadas en el perímetro urbano para buses/ trenes que viajan a otras ciudades; y
3. Parqueaderos baratos y seguros en el perímetro urbano para vehículos particulares.

El pasajero, muchas veces, necesitará cambiar a varios buses para llegar a su destino final, por lo tanto, un solo pasaje debe cubrir el viaje.  Se necesita un servicio circular de buses también, tal vez menos frecuente, para acomodar a la gente que lleva maletas pesadas o a los que prefieren viajar con una sola sentada. Por otro lado, entre destinos lejanos de la misma ciudad, alimentadores que cobran un poco más pueden facilitar un servicio expreso.




El uso exclusivo de un carril para el transporte colectivo es una idea maravillosa, pero benefician al final ¡solamente a los vendedores de trenes subterráneos!  En teoría, éstas facilitan viajes más rápidos y cómodos a los pasajeros. Sin embargo, sus efectos negativos se acumulan: desde el primer día, estos carriles dificultan el tránsito del resto de transporte. La mitad del servicio en carril exclusivo corre vacio, aún en horas picos. Como no habrá alternativas viables, la vía exclusiva atrapa más y más pasajeros. El servicio cada vez más apretado e incómodo empuja a los ricos a sus carros o taxis de nuevo. Detestado ahora por ambos grupos: los de adentro (pasajeros comprimidos) y los de afuera (carros o taxis atascados que usan carriles paralelos), la vía exclusiva colapsa, y los ciudadanos clamarán por ‘el metro salvador’, sin importar su costo, porque ya no ven otra salida. En apenas 15 años, a Quito le toca abandonar los carriles exclusivos y cargar el calvario económico del tren subterráneo.

En Colombo, los trenes superficiales demuestran claramente los problemas de los carriles exclusivos. (Estoy en favor de los trenes, pero solamente para viajes de distancias largas.) Dentro de la ciudad, sus rieles estorban el paso del resto del tráfico; ocupan gran parte de los terrenos no-anegables; y hace la vida miserable para sus vecinos. Sí, el tren mueve mucha gente, pero empacada como sardinas, y sus pasajeros, para llegar a su destino final, tienen que lidiar con el tráfico caótico creado por los mismos trenes. Porque, no hay cómo extender carriles exclusivos para cada rincón de la ciudad.

Los esteros y canales, además de reducir el riesgo de inundación urbana, pueden proveer el servicio de transporte también.  Pero no quisiera ver lanchas rápidas compitiendo por pasajeros, como ocurre en los ríos Amazonas y Orinoco. Ellas destruyen la vida acuática y desestabilizan las orillas, además de crear un ruido intolerable, como recién Venecia se dio cuenta. Prefiero promover paseos recreacionales en agua, hasta que encontraremos un aerodeslizador económico.


Alternativas para asentamientos informales:
Este tema siempre se ha manejado como un problema social que no requiere nueva infraestructura; el tratamiento común es trasladar el problema a otra zona. Cada ciudad tiene su versión de asentamientos de este tipo: en su periferia y/o en el pleno centro (como en Colombo, Chicago y Bogotá.)  A veces estos ocupan las orillas de humedales, donde se asientan los pobres ilegalmente; otras veces, el desarrollo comercial urbano sin-control deja encerrando islas de barrios marginales. No es que estas tierras no tienen valor; si logran desalojar sus ocupantes, en un minuto se disparan sus precios, por la proximidad a la infraestructura urbana.  Allí radican dos características fundamentales de la vida en estas favelas: a pesar de sus vivencias insalubres y difíciles, sus ocupantes añoran sus pedacitos de tierra; sus vecinos pudientes identifican temerosamente las favelas con violencia extrema, porque es la única arma que tienen sus ocupantes contra los rapaces especuladores que no descansan hasta desalojarles.


Por ello, cualquier propuesta alternativa de vivienda para ocupantes de estos asentamientos deben tomar en cuenta todas las facilidades que ellos disponen ahora: trabajo, escuelas, transporte, mercados, hospitales, tiendas, etc. Una solución ‘fácil’ que proponen algunas ciudades (como Colombo) ofrece mantener esta gente en el mismo sitio, pero ‘enjaulada’ en apartamentos compactos en edificios de varios pisos. Y comercializan el resto del terreno para pagar el costo de las viviendas. 




Esta 'solución' no pide fondos públicos para nueva infraestructura, pero existe el peligro de que caiga el valor de la zona comercial si no logran separarla adecuadamente de la zona residencial de bajos ingresos. Enseñar a los residentes de favelas, las normas vivenciales en apartamentos no es fácil; no lo lograría forzándoles vivir juntos, sino insertando como vecinos algunas familias de clase media que sirven de modelos. Apartamentos subsidiados pueden atraerles para vivir en la transición con la zona comercial. Este sector proveerá, además, oportunidades de trabajo como servicios domésticos, pequeñas tiendas, etc. El mantenimiento de los apartamentos de los bajos ingresos también se puede fallar inicialmente por la falta de recursos y/o experiencia, y se requerirá un fondo inicial para ello, hasta que culmine la transición de su administración a los propios moradores.





La otra ‘solución’, reubicar completamente los ocupantes de favelas, podrá traer mayor cantidad de fondos del área desalojada, pero su nueva localidad también requerirá más dinero para la provisión de infraestructura. Igual como en el caso anterior, solamente una comunidad integrada por todas las clases sociales logrará una reubicación y rehabilitación exitosa de los desalojados.

Todas estas ideas no encajarán perfectamente para cualquier ciudad, deben ser adecuadas según la realidad de cada sitio, cada sociedad. Sin embargo, queremos enfatizar la necesidad de buscar soluciones integrales a estos problemas, compartiendo las responsabilidades entre los ciudadanos y los administradores.

Kashyapa A.S.Yapa
Riobamba, Ecuador.
kyapa@yahoo.com
Abril 2013.


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